ARTICULOS DE LA SAGRADA BIBLIA Y LA VIDA CRISTIANA

domenica 21 dicembre 2008

Navidad... una vez más Señor


Navidad... una vez más Señor

Fuente: Catholic.net
Autor: Ma Esther De Ariño



Una vez más hemos limpiado la casa. Hemos pulido los metales, hemos abrillantado las maderas.

Una vez más hemos sacudido el polvo, hemos encendido las luces...

Una vez más hemos hecho estrellas de papel plateado, hemos colgado guirnaldas, una vez más está engalanado el árbol de Navidad, una vez más, Señor, tienen nuestra casa ambiente de fiesta navideña.

Una vez más hemos andado con el vértigo del tráfico, de acá para allá buscando regalos y una vez más, Señor, hemos dispuesto la mesa y preparado la cena con esmero... una vez más, Señor...

Y una vez más todo esto pasará y será como fuego de artificio que se pierde en la noche de nuestras vidas, si todo esto ha sido meramente exterior. Si no hemos encendido la luz de Tu amor en nuestro corazón. Si nuestra voluntad no se inclina ante ti y te adora incondicionalmente.

Tu no quieres tibios , ya lo dijiste cuando siendo hombre habitabas entre nosotros, no quieres "medias tintas", a ratos si y a ratos no. Trajiste la paz pero también la guerra. La guerra dentro de nosotros mismos para vencer nuestro egoísmo, nuestra soberbia, nuestra envidia, nuestra gran pereza para la entrega total.

La Navidad no es solo para esta noche y de esta noche un ratito y tal vez mañana otro poquito. Es mucho más que eso, es todos los días, todos los meses y todos los segundos del año en que tenemos que vivir la autenticidad de nuestro Credo.

Ser auténticos con nuestra Fe no solo es: no robar, no matar, no hacer mal a nadie. Busquemos en nuestro interior y veamos esos pecados de omisión: el no hacer el bien, el no preocuparnos de los que están a nuestro lado, del hermano que nos tiende la mano y hacemos como que no lo vemos, como que no lo oímos... Veamos si en nuestra vida hay desprendimiento y generosidad o vivimos solo para atesorar y cuando nos parece que tenemos las manos llenas, las tenemos vacías ante los ojos de Dios.

Que esta Noche sea Nochebuena de verdad en nuestro corazón. Vamos a limpiar y quitar el polvo del olvido para las buenas obras. Vamos a colgar para siempre la estrella de la humildad donde antes había soberbia, vamos a poner una guirnalda de caridad donde antes había desamor.

Vamos a cambiar nuestra vida interior fría y apática, por una valiente y plena de autenticidad. Vamos a darte, Señor, lo que viniste a buscar en los hombres una noche como esta hace ya muchos años: limpieza de corazón y buena voluntad.

Empezamos esta pequeña reflexión con: Una vez más Señor... pues bien, ya no será una vez más, será: Siempre más, Señor.

Y como es una Noche muy especial, en nuestra primera oración, en nuestra primera conversación contigo te pedimos:

POR LOS ENFERMOS, POR LOS QUE NADA TIENEN Y NADA ESPERAN, POR LA PAZ EN EL MUNDO, POR LOS QUE TIENEN HAMBRE, POR LOS QUE TIENEN EL VACÍO DE NO SER QUERIDOS, POR LOS QUE YA NO ESTÁN A NUESTRO LADO, POR LOS NIÑOS Y LOS JÓVENES, POR LOS MATRIMONIOS, POR EL PAPA BENEDICTO XVI, POR LA IGLESIA.

A TODOS DANOS TU BENDICIÓN Y PARA TODOS LOS LECTORES DE CATHOLIC.NET, UNA MUY FELIZ NAVIDAD.




Preguntas o comentarios al autor Ma. Esther de Ariño

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La Santísima Virgen y la Navidad

Autor: P. Andrés García Torres | Fuente: Parr. Asunción de Nuestra Señora (Navalcarnero, España)
La Santísima Virgen y la Navidad
Ella es la Mediadora ante el Mediador que es Jesucristo nuestro Señor


El tiempo de Adviento en el que nos encontramos nos pone a la Virgen como intercesora y como modelo. Con la Iglesia podemos decir que es el tiempo propiamente Mariano y viene muy bien por lo tanto en pleno Adviento la celebración de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. En esta fiesta de la Virgen vemos a Nuestra Señora aplastando la cabeza de la serpiente. Ella, por un privilegio muy especial, ha sido preservada del pecado original heredado de nuestros primeros padres en el Paraíso, Adán y Eva, con el que todos nacemos y que se nos borra con el Bautismo, aunque no las consecuencias que es la concupiscencia y que en palabras del Apóstol San Pablo podríamos decir que "hago el mal que no quiero hacer y el bien que quiero hacer tanto me cuesta". Y esta realidad tan trágica todos la experimentamos.

El Adviento nos pone a la Virgen como modelo: "La Virgen esperó con inefable amor de madre" (prefacio II de Adviento). Sobre todo en los últimos días del Adviento la Virgen aparece como la creyente que espera la llegada del Mesías, en Ella encontramos cumplidos los anhelos y deseos de todos los justos y santos del Antiguo Testamento que esperaban con gozo la venida del Salvador.

Es por tanto el papel de la Virgen en la "Historia de la Salvación" muy esencial, no accidental como dicen los protestantes, sino esencial como afirma la Iglesia Católica.

Y vemos esto ya desde las primeras páginas del Génesis, el capítulo III donde se nos narra la historia terrible del pecado original, allí vemos como Dios, una vez que Adán y Eva han pecado no nos abandona a nuestra propia suerte, sino que al momento nos promete un Salvador, cuando dice a la serpiente (al Diablo): "Pongo perpetua enemistad entre ti y la Mujer (la Virgen), entre tu linaje y el suyo, Ella (la Virgen) te aplastará la cabeza, mientras que tú no la dañaras en el talón". Este texto fundamental es lo que los Santos Padres de la Iglesia han llamado el protoevangelio, porque allí Dios ya nos presenta su plan salvador y en este plan la Virgen ocupa un papel esencial y principal.

Al respecto podemos recordar las Apariciones de la Medalla Milagrosa o de Guadalupe de México donde la Virgen aparece "aplastando la cabeza de la serpiente", una imagen muy Bíblica.

Con este artículo, en las puertas de la Navidad, quiero demostrar lo que sería la CORREDENCION UNIVERSAL DE MARIA Y LA MEDIACION DE MARIA, LA VIRGEN ES MEDIANERA UNIVERSAL DE TODAS LAS GRACIAS.

Todo el Antiguo Testamento está lleno de imágenes y figuras que son representaciones de la Santísima Virgen:

- El pozo de Jacob
- La Zarza que arde sin consumirse en el Sinaí
- La vara de Moisés
- El Arca de la Alianza
- La Torre de David

Las Santas mujeres del Antiguo Testamento también son representaciones de la Virgen, destacándose en cada una de ellas algún aspecto de la intercesión de María para con el Pueblo de Dios:

- Sara
- Judit
- Rhut
- Rebeca
- Esther
- Abigail

Todo el Antiguo Testamento va preparando al Nuevo en imágenes, figuras y representaciones, sobre todo los datos esenciales. Como María es esencial en la Nueva Economía de la Salvación que nos trae Nuestro Señor Jesucristo, su presencia espiritual en el Antiguo Testamento es latente.

Por eso tengo que afirmar que los protestantes cuando se acercan a las Sagradas Escrituras, como dirá San Pablo de los Judíos, "hasta hoy tienen una venda que les impide comprender el sentido de la Escritura Sagrada". Se nota que falta en ellos la inspiración del Espíritu Santo, inspiración que tiene la Iglesia Católica y que han vivido los Santos, por eso los Santos Padres de la Iglesia cuando nos hablan de estas representaciones del Antiguo Testamento de María, es un gozo y una delicia el leerlos.

Pero vamos al Nuevo Testamento. Podemos empezar con la Encarnación. Si analizamos, oramos y reflexionamos sobre el texto de San Lucas donde aparece lo que sería la vocación de la Santísima Virgen en el anuncio del Arcángel San Gabriel, vemos como el Fiat, el Sí de María ha sido la causa de la Encarnación del Señor. Nunca estuvo tan pendiente el plan de Dios, y el plan más esencial, del consentimiento de un ser humano, que en este momento, por eso es algo impresionante. María Santísima aparece como la Virgen que le dice Sí a Dios y para todos nosotros este episodio Sagrado tiene que ser un referente constante. En este pasaje lucano como en ningún otro sitio aparece la Corredención de María.

El Evangelio en otras ocasiones nos hablará de María; cuando van los pastores y los Magos para adorar al Niño Dios se nos dirá: "lo encontraron con María su madre" o "María su Madre lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre". Esto no aparece porque sí, nada en la Sagrada Escritura aparece porque sí, tiene una clara finalidad, destacar el papel principal y esencial de María.

En dos ocasiones nos dirá San Lucas que "María guardaba todo esto y lo meditaba en su Corazón". Aquí va apareciendo lo que hoy Dios, sobre todo por medio de las apariciones de Fátima, ha querido destacar en la Iglesia: la devoción al Inmaculado Corazón de María. El Ángel de Fátima dice a los pastorcitos: "Dios quiere establecer en el mundo la devoción al Inmaculado Corazón de María". Y la Virgen dirá a los pastorcitos: "Los que difundan la devoción a mi Corazón Inmaculado serán como flores puestas por mí, para adornar el Trono de Dios" (¡Qué imagen más bonita¡)

En otros lugares y muy importantes se nos dirá que María -siempre acompañada de "su titulo": su Madre-, estaba junto a Jesús.

Pero es sobre todo el Evangelista San Juan, -el que descansó en el pecho del Maestro y escucho como ninguno los latidos de su Divino Corazón-, el que nos pone a la Virgen al principio del Evangelio, en Caná de Galilea, y nos presenta a la Virgen haciendo algo que hasta ahora ningún humano había conseguido: ADELANTANDO LA HORA DE DIOS. Jesús dice: "Mujer todavía no ha llegado mi hora..." Y al poco tiempo la Virgen indica: "Haced lo que El os diga..." Y Cristo por indicación de su Madre hizo su primer milagro.

Tiene una clara finalidad el que San Juan empieza a narrar la vida pública de Cristo con la Virgen y termina con la Virgen, cuando en la Cruz nos dice: "Junto a la Cruz estaba su Madre... Y en esas últimas palabras, cuando el Señor dice a San Juan: "He ahí a tu Madre", nos convertimos todos -en la persona de San Juan- en sus hijos. Y luego dice a la Virgen: "He ahí a tus hijos y Ella, se convirtió en Nuestra Madre.

San Justino dirá que en un árbol nacimos para el pecado y la muerte (el del Paraíso), en otro árbol hemos nacido para la vida: el árbol de la Cruz. Por Eva nos vinieron las desgracias, por la Virgen nos viene la vida. Aquí está recordando lo que dice San Pablo en la carta a los Romanos: "Por un hombre (Adán) entró en el pecado en el mundo y con el pecado la muerte, por otro hombre (Cristo) ha venido la salvación y la Vida".

El mismo San Pablo en la carta a los Gálatas dice algo fundamental cuando indica: "Al cumplirse la plenitud de los tiempos envió Dios a su hijo nacido de Mujer..."

Y otro dato curioso a tener en cuenta nos lo pone el Apocalipsis cuando nos presenta a la Mujer coronada de estrellas que vence al Diablo (representación de la Virgen). No es casualidad que el primer libro de la Biblia (Génesis) y el último libro de la Biblia (Apocalipsis), hablen de la Virgen y de la misma manera: aplastando la cabeza de la serpiente.

Ésto es, a grandes rasgos sobre la Escritura Santa, pero podíamos hablar de la Historia de la Iglesia y ver como la Virgen no se ha desentendido de nosotros, desde su Asunción a los Cielos intercede por el pueblo peregrino. La Virgen ha acudido en momentos claves de la historia del pueblo de Dios, sobre todo cuando ha existido grave peligro para la fe y los pastores han inculcado mucho la devoción a la Virgen, podemos recordar bondades muy especiales de Nuestra Señora: El Pilar de Zaragoza, Guadalupe de México... Y sobre todo en el siglo XIX las apariciones que han preparado lo que podía ser una "Era Mariana" en palabras de San Juan Bosco. Este Santo nos habla del papel fundamental que Dios ha asignado a la Virgen en momentos muy difíciles para la Iglesia, momentos que se pueden identificar con los que estamos viviendo, pero también momentos de muchos santos. Podemos recordar las apariciones de la Medalla Milagrosa, Lourdes... y sobre todo en el siglo XX Fátima, la aparición culmen de la Santísima Virgen, donde se cumple el puro Evangelio, donde aparece resumida toda la doctrina cristiana perfectamente esbozada y diseñada.

Yo cuando llevo peregrinos a Fátima de mi parroquia aprovecho y de alguna manera son como unos ejercicios espirituales, ya que visitando los lugares y meditando en todo el mensaje de la Virgen, aparece todo muy claro y resumido: la Stma. Trinidad, la Eucaristía, la Virgen, la Iglesia, los Sacramentos, el Papa, San José, los Angeles, el Cielo, el Infierno, el Purgatorio, la virtud, la penitencia, la caridad cristiana, el apostolado, la paz, los Mandamientos, la paz, etc. Además Fátima ha sido confirmada con el Cielo por el estupendo milagro solar visto por 70.000 personas y recogido por los periódicos anticlericales y masones de la época, estos medios no dan explicación y desde entonces hubo muchas conversiones y Portugal cambió totalmente. El influjo benéfico de Fátima se ha sentido en la Iglesia ampliamente y la beatificación de los Pastorcitos ha sido como la corona del mensaje de la Virgen.

En el Adviento también recordamos a San Juan Bautista como el precursor que mostró al Señor Jesucristo como el Mesías, el Papa Juan Pablo II en Fátima ha comparado la voz del Bautista con la de la Virgen en Fátima que llama a mostrar los caminos del Señor a nuestro mundo, que actualmente experimenta una angustia y ansiedad como nunca ante la fuerza que ha adquirido el pecado, y a la vuelta a Dios contrita y humilde mediante una buena penitencia.

Por todo esto y mucho más podemos afirmar sin dudas el papel esencial y capital de la Virgen en la Historia de la Salvación, su Mediación Universal y su papel Corredentor, Ella es la Mediadora ante el Mediador que es JESUCRISTO NUESTRO SEÑOR EL UNICO SALVADOR DEL MUNDO AYER, HOY Y SIEMPRE.

P. Andrés García Torres
Vicario Coadjutor
Parroquia Asunción de Nuestra Señora
Navalcarnero - España


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mercoledì 17 dicembre 2008

EL EVANGELIO DE LA INFANCIA DE JESÚS

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO:1, 1-2, 23
EL EVANGELIO DE LA INFANCIA DE JESÚS


Genealogía de Jesús
Lc. 3. 23-38
1 1 Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: 2 Abraham fue padre de Isaac;Isaac, padre de Jacob;Jacob, padre de Judá y de sus hermanos.
3 Judá fue padre de Fares y de Zará,y la madre de estos fue Tamar.
Fares fue padre de Esrón;
Esrón, padre de Arám;
4 Arám, padre de Aminadab;
Aminadab, padre de Naasón;
Naasón, padre de Salmón.
5 Salmón fue padre de Booz,y la madre de este fue Rahab.
Booz fue padre de Obed,y la madre de este fue Rut.
Obed fue padre de Jesé;
6 Jesé, padre del rey David.
David fue padre de Salomón, y la madre de este fue la que había sido mujer de Urías.
7 Salomón fue padre de Roboám;
Roboám, padre de Abías;
Abías, padre de Asaf;
8 Asaf, padre de Josafat;
Josafat, padre de Jorám;
Jorám, padre de Ozías.
9 Ozías fue padre de Joatám;
Joatám, padre de Acaz;
Acaz, padre de Ezequías;
10 Ezequías, padre de Manasés.
Manasés fue padre de Amós;
Amós, padre de Josías;
11 Josías, padre de Jeconías y de sus hermanos,durante el destierro en Babilonia.
12 Después del destierro en Babilonia:
Jeconías fue padre de Salatiel;
Salatiel, padre de Zorobabel;
13 Zorobabel, padre de Abiud;
Abiud, padre de Eliacím;
Eliacím, padre de Azor.
14 Azor fue padre de Sadoc;
Sadoc, padre de Aquím;
Aquím, padre de Eliud;
15 Eliud, padre de Eleazar;
Eleazar, padre de Matán;
Matán, padre de Jacob.
16 Jacob fue padre de José,el esposo de María,de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo.
17 El total de las generaciones es, por lo tanto: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta el destierro en Babilonia, catorce generaciones; desde el destierro en Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.
La concepción virginal y el nacimiento de Jesús
Lc. 2. 1-7
18 Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. 19 José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. 20 Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. 21 Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados».
22 Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta:
23 La Virgen concebirá
y dará a luz un hijo a quien pondrán
el nombre de Emanuel,
que traducido significa: «Dios con nosotros».
24 Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa, 25 y sin que hubieran hecho vida en común, ella dio a luz un hijo, y él le puso el nombre de Jesús.
La visita de los magos
2 1 Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén 2 y preguntaron: «¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo». 3 Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén. 4 Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías. 5 «En Belén de Judea, le respondieron, porque así está escrito por el Profeta:
6 Y tú, Belén, tierra de Judá,
ciertamente no eres la menor
entre las principales ciudades de Judá,
porque de ti surgirá un jefe
que será el Pastor de mi pueblo, Israel».
7 Herodes mandó llamar secretamente a los magos y después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella, 8 los envió a Belén, diciéndoles: «Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje». 9 Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. 10 Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, 11 y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra. 12 Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino.
El exilio de Jesús en Egipto
13 Después de la partida de los magos, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo». 14 José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto. 15 Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del Profeta:
Desde Egipto llamé a mi hijo.
La matanza de los inocentes
16 Al verse engañado por los magos, Herodes se enfureció y mandó matar, en Belén y sus alrededores, a todos los niños menores de dos años, de acuerdo con la fecha que los magos le habían indicado. 17 Así se cumplió lo que había sido anunciado por el profeta Jeremías:
18 En Ramá se oyó una voz,
hubo lágrimas y gemidos:
es Raquel, que llora a sus hijos
y no quiere que la consuelen,
porque ya no existen.
El regreso de Egipto.
19 Cuando murió Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José, que estaba en Egipto, 20 y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, y regresa a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño». 21 José se levantó, tomó al niño y a su madre, y entró en la tierra de Israel. 22 Pero al saber que Arquelao reinaba en Judea, en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí y, advertido en sueños, se retiró a la región de Galilea, 23 donde se estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo que había sido anunciado por los profetas:
Será llamado Nazareno.

http://www.clerus.org/bibliaclerusonline/it/fmn.htm#f

Lázaro, Santo

Autor: . | Fuente: Archidiócesis de Madrid
Lázaro, Santo
Amigo de Jesús, 17 de diciembre


Amigo de Jesús
Diciembre 17

La primera y principal fuente de información que tenemos de Lázaro es el Evangelio. Vive en Betania a corta distancia de Jerusalén, en lo que a mí me gusta llamar una zona residencial. Su casa es también la casa de Marta y de María sus hermanas. Y hasta da la sensación por el relato evangélico que no es él quien lleva la voz cantante en la mansión. Parece que es Marta la que maneja el cotarro diario. Alguien ha atribuido a la mala salud de Lázaro este hecho ciertamente poco frecuente en una sociedad en la que la mujer pintaba poco o, al menos, no tenía mucho que decir. Tampoco quiero afirmar que esta suposición esté avalada por el relato, ya que bien podría suceder que la diferencia de edades entre ellos fuera un dato a favor de la preeminencia de Marta que quizá debió hacerse cargo de la casa a la muerte de sus padres de quienes, por otra parte, no tenemos ni la más mínima referencia.

El caso es que Jesucristo visitaba con frecuencia esa casa bien cuando pasaba de un lado a otro en sus andanzas apostólicas o cuando necesitaba un refugio de reposo para dar descanso a su cuerpo cansado. Allí se encontraba a gusto. Era una familia encantadora. Con ellos no había secretos. Esperaban la llegada de la Salvación que Dios había prometido desde antiguo y que sospechaban inminente. Reinaba la confianza y lo mismo que abrigaban a Jesús peregrino se hacían merecedores de la entrega de Jesús.

Un día enfermó Lázaro, no hubo remedio entre los que suelen aplicarse que solucionara su mal y murió. Por más que enviaron recado a Jesús, Él llegó a Betania cuando ya llevaba cuatro días enterrado. Acompañado de las hermanas, rodeado de sus discípulos, contemplado por los apesadumbrados amigos que acompañaban a las hermanas aliviando su dolor, ante el sepulcro sucede un hecho espectacular: Jesús se emociona profundamente y llora sin tapujos por el amigo muerto. Reza y da una voz imperiosa "¡Lázaro, sal fuera!", y el muerto de cuatro días que ya estaba hediondo sale del sepulcro; así, vive.

Luego suceden las cosas con rapidez. Los jefes del pueblo que ya tenían entre ojos a Jesús, al comprobar que es imposible ocultar lo evidente, que la gente —entre curiosa y asombrada— se desplaza a Betania para ver vivo al que habían enterrado bien muerto días atrás, que las voces son un continuo transmisor imparable del hecho y que les dejan solos, deciden acelerar la muerte de Jesús e incluyen a Lázaro en sus planes de exterminio.

Hasta aquí llega la referencia histórica sobre Lázaro.

A partir de esta maravilla grandiosa, la asombrada capacidad humana deja rienda suelta a la imaginación que se recrea poniendo al anfitrión del relato en el punto de mira de las posibilidades y comienza a generarse la fábula. Unos lo hacen coincidir con el Lázaro de la parábola de Epulón y terminan señalándolo como protector de lazaretos, leproserías y ulcerados; los más osados hablarán de él como discípulo de Jesús que llega a obispo (así lo cataloga increíblemente el santoral) y termina muriendo mártir de Cristo. Otros lo hacen navegante hasta tierras galas y predicador infatigable del Evangelio en Marsella...

Fuera de estos apéndices que a la postre no sirven para mucho, me queda un pensamiento a modo de pregunta que en verdad es atractivo por lo que de misterio encierra: ¿Cómo sería Lázaro para haber suscitado en Jesucristo tanto cariño que lleguen a conmoverse hasta el llanto los sentimientos más nobles de su Santísima Humanidad?
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mercoledì 3 dicembre 2008

ANDRES SANTO APOSTOL

Andrés, Santo
Apóstol, 30 Noviembre


Apóstol
Autor: P. Ángel Amo. | Fuente: Cathoic.net

Andrés era hermano de Simón Pedro y como él pescador en Cafarnaúm, a donde ambos habían llegado de su natal Betsaida. Como lo demuestran las profesiones que ejercían los doce apóstoles, Jesús dio la preferencia a los pescadores, aunque dentro del colegio apostólico están representados los agricultores con Santiago el Menor y su hermano Judas Tadeo, y los comerciantes con la presencia de Mateo. De los doce, el primero en ser sacado de las faenas de la pesca en el lago de Tiberíades para ser honrado con el titulo de “pescador de hombres” fue precisamente Andrés, junto con Juan.

Los dos primeros discípulos ya habían respondido al llamamiento del Bautista, cuya incisiva predicación los había sacado de su pacífica vida cotidiana para prepararse a la inminente venida del Mesías. Cuando el austero profeta se lo señaló, Andrés y Juan se acercaron a Jesús y con sencillez se limitaron a preguntarle: “Maestro, ¿dónde habitas?”, signo evidente de que en su corazón ya habían hecho su elección.

Andrés fue también el primero que reclutó nuevos discípulos para el Maestro: “Andrés encontró primero a su hermano Simón y le dijo: Hemos encontrado al Mesías. Y lo llevó a Jesús”. Por esto Andrés ocupa un puesto eminente en la lista de los apóstoles: los evangelistas Mateo y Lucas lo colocan en el segundo lugar después de Pedro.
Además del llamamiento, el Evangelio habla del Apóstol Andrés otras tres veces: en la multiplicación de los panes, cuando presenta al muchacho con unos panes y unos peces; cuando se hace intermediario de los forasteros que han ido a Jerusalén y desean ser presentados a Jesús; y cuando con su pregunta hace que Jesús profetice la destrucción de Jerusalén.

Después de la Ascensión la Escritura no habla más de él. Los muchos escritos apócrifos que tratan de colmar este silencio son demasiado fabulosos para que se les pueda creer. La única noticia probable es que Andrés anunció la buena noticia en regiones bárbaras como la Scitia, en la Rusia meridional, como refiere el historiador Eusebio. Tampoco se tienen noticias seguras respecto de su martirio que, según una Pasión apócrifa, fue por crucifixión, en una cruz griega.

Igual incertidumbre hay respecto de sus reliquias, trasladadas de Patrasso, probable lugar del martirio, a Constantinopla y después a Amalfi. La cabeza, llevada a Roma, fue restituida a Grecia por Pablo VI. Consta con certeza, por otra parte, la fecha de su fiesta, el 30 de noviembre, festejada ya por San Gregorio Nacianceno.

Consulta también San Andrés de Jesús Martí Ballester

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martedì 24 giugno 2008

ORIGEN DE LA NOCHE DE SAN JUAN

Origen de la Noche de San Juan

Todos los años salimos a celebrar, acompañados de nuestra familia o amigos, la noche de San Juan, y esperamos justo hasta la media noche para darnos el chapuzón tirándonos de espaldas al agua. ¿Cuando comenzó esta tradición? Pues, su origen se remonta a los tiempos bíblicos con la historia de Juan el Bautista. Hijo de Isabel y Zacarías, vino al mundo con la misión de ser el precursor del esperado mesías. Durante toda su vida se dedicó a predicar el bautismo por inmersión. Su simbolismo era y es, la regeneración por la cual renacemos a la vida espiritual, mediante un lavado externo para indicar una purificación interior. En las aguas del río Jordán bautizó a muchas personas, incluyendo a Jesús. Murió decapitado por orden del rey Herodes, y su cabeza entregada en una bandeja a la hija de Herodías como regalo.

La Iglesia Católica celebra el 24 de junio el nacimiento de Juan el Bautista. Se dice que en la víspera de ese día, a la media noche, las aguas son bendecidas y adquieren poderes especiales, como curar enfermedades, purificar el alma y alejar todo lo malo. Este es el motivo por el cual muchos van a la playa, un lago o un río cercano en esa fecha, y justo a las 12 de la madrugada se sumergen, en recordación del acto del bautismo que predicaba Juan.

Las fiestas de San Juan se celebran alrededor de todo el mundo y en cada país cristiano. Sus costumbres y ritos pueden variar durante esa noche, pero el orígen es el mismo en todos los lugares.




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SAN JUAN BAUTISTA

San Juan Bautista
Las fuentes principales relativas a la vida y ministerio de San Juan Bautista son los Evangelios canónicos. De estos, San Lucas es el más completo, recogiendo como hace las maravillosas circunstancias que acompañaron el nacimiento del Precursor y detalles sobre su ministerio y su muerte. El Evangelio de San Mateo se mantiene en estrecha relación con el de San Lucas, en cuanto se refiere al ministerio público de Juan, pero no contiene nada de lo relativo al comienzo de su vida. De San Marcos, cuyo relato de la vida del Precursor es muy escaso, no se puede recoger ningún detalle nuevo. Finalmente el cuarto Evangelio tiene esta especial característica, que da el testimonio de San Juan tras el bautismo del Salvador. Aparte de las indicaciones suministradas por estos escritos, alusiones de pasada se producen en pasajes tales como Hechos, 13, 24; 19, 1-6; pero son pocos y se refieren al asunto sólo indirectamente. A lo anterior debe añadirse lo que Josefo relata en su Antigüedades Judías (XVIII, v, 2); pero debe recordarse que es lamentablemente errático en sus fechas, equivocado en los nombres propios, y parece manipular los hechos según sus propias opiniones políticas; sin embargo, su juicio sobre Juan, también lo que nos dice sobre la popularidad del Precursor, junto con algunos detalles de menor importancia, son dignos de la atención del historiador. No se puede decir lo mismo de los evangelios apócrifos, porque la escasa información que dan del Precursor es o bien copiada de los Evangelios canónicos (y no añade autoridad a estos), o bien es un conjunto de divagaciones infundadas.

Zacarías, el padre de Juan el Bautista, era un sacerdote de la estirpe de Abías, la octava de las veinticuatro clases en que fueron divididos los sacerdotes (I Cro., 24, 7-19); Isabel, la madre del Precursor, era "descendiente de Aarón" según San Lucas (1, 5); el mismo evangelista, unos versículos después (1, 36) la llama "prima" (syggenis) de María. Estas dos afirmaciones parecen contradictorias, pues, se preguntará, ¿ cómo podía ser una prima de la Santísima Virgen "descendiente de Aarón"? El problema se podría resolver adoptando la lectura que se da en una antigua versión persa, donde encontramos "hermana de la madre" (metradelphe) en vez de "prima". Una explicación en cierto modo análoga, probablemente tomada de algún escrito apócrifo, y tal vez correcta, se da por San Hipólito (en Nicefor., II, iii). Según ella, Mathan tuvo tres hijas, María, Soba, y Ana. María, la mayor, se casó con un hombre de Belén y fue la madre de Salomé; Soba se casó también en Belén, pero con "un hijo de Leví", de quien tuvo a Isabel; Ana desposó a un galileo (Joaquín) y dio a luz a María, la Madre de Dios. Así Salomé, Isabel, y la Santísima Virgen fueron primas hermanas, e Isabel, "descendiente de Aarón" por línea paterna, era, por su madre, prima de María. El hogar de Zacarías se designa sólo de una manera vaga por San Lucas: era "una ciudad de Judá", en "la región montañosa" (1, 39). Reland, que aboga por la injustificada suposición de que Judá pueda ser un error de ortografía del nombre, propuso leer en vez de él, Yuttá ( Josué, 15, 55; 21, 16), una ciudad sacerdotal al sur de Hebrón. Pero los sacerdotes no siempre vivían en ciudades sacerdotales (el hogar de Matatías estaba en Modin, el de Simón Macabeo en Gaza). Una tradición que puede remontarse a la época anterior a las Cruzadas, señala a la pequeña ciudad de Ain-Karim, a cinco millas al suroeste de Jerusalén. El nacimiento del Precursor fue anunciado de la manera más chocante. Zacarías e Isabel, como sabemos por San Lucas, "eran los dos justos ante Dios, y caminaban sin tacha en todos los mandamientos y preceptos del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril" (1, 6-7). Habían rezado mucho para que su unión fuera bendecida con descendencia; pero, ahora que "los dos eran de edad avanzada", el reproche de esterilidad pesaba sobre ellos. "Sucedió que, mientras oficiaba delante de Dios, en el turno de su grupo, le tocó en suerte, según el uso del servicio sacerdotal, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso. Toda la multitud del pueblo estaba fuera en oración, a la hora del incienso. Y se le apareció el Ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verle Zacarías, se turbó, y el temor se apoderó de él. El ángel le dijo: No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan; será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento, porque será grande ante el Señor; no beberá vino ni licor; estará lleno del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre, y a muchos de los hijos de Israel, les convertirá al Señor su Dios, y le precederá con el espíritu y el poder de Elías para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los rebeldes a la sabiduría de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto" (1, 8-17). Como Zacarías fue lento en creer esta asombrosa predicción, el ángel, al hacérsela conocer, le anunció que, en castigo a su incredulidad, estaría afectado de mudez hasta que la promesa se cumpliera. Y "cuando se cumplieron los días de su servicio, se fue a su casa. Días después, concibió su mujer Isabel; y se mantuvo oculta durante cinco meses" (1, 23-24).

Ahora bien durante el sexto mes tuvo lugar la Anunciación, y, como María había oído al ángel que su prima había concebido, fue "con prontitud" a felicitarla. "Y en cuanto oyó Isabel el saludo de María, el niño" - lleno, como la madre, del Espíritu Santo-"saltó de gozo en su seno", como si reconociera la presencia de su Señor. Entonces se cumplió la profética declaración del ángel de que el niño estaría "lleno del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre". Ahora bien, como la presencia de cualquier pecado es incompatible con la presencia del Espíritu Santo en el alma, se deduce que en este momento Juan quedó limpio de la mancha del pecado original. Cuando "le llegó a Isabel el tiempo de dar a luz... tuvo un hijo (1, 57); y "al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra, dijo: No, se ha de llamar Juan. Le decían: No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre. Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. Él pidió una tablilla y escribió: Juan es su nombre. Y todos quedaron admirados" (1, 59-63). No se dieron cuenta de que ningún nombre le convenía más (Juan, en hebreo: Jehohanan, esto es, "Yahveh tiene misericordia") al que, como profetizó su padre iba a ir "delante del Señor para preparar sus caminos y dar a su pueblo conocimiento de salvación por el perdón de sus pecados, por las entrañas de misericordia de nuestro Dios" (1, 76-78). Además, todos esos acontecimientos, a saber, un niño nacido a una pareja de edad avanzada, la repentina mudez de Zacarías, su recuperación, igualmente repentina, del habla, su asombrosa declaración, tenían que infundir admiración a los vecinos congregados; estos apenas podían preguntarse: "Pues, ¿qué será de este niño?" (1,66).

Respecto a la fecha del nacimiento de Juan el Bautista, no se puede decir nada con seguridad. El Evangelio sugiere que el Precursor nació unos seis meses antes de Cristo; pero el año del nacimiento de Cristo no ha sido determinado. Ni hay tampoco certeza sobre la estación del nacimiento de Cristo, pues es bien sabido que la fijación de la fiesta de Navidad al veinticinco de Diciembre no se basa en la evidencia histórica, sino que está sugerida posiblemente por consideraciones meramente astronómicas, también, quizá, deducidas de razonamientos astronómico-teológicos. Aparte de eso, no se pueden hacer cálculos sobre la época del año en que la clase de Abías prestaba servicio en el Templo, puesto que cada una de las veinticuatro clases de sacerdotes hacía dos turnos al año. De los primeros años de la vida de Juan San Lucas sólo nos dice que "el niño crecía y su espíritu se fortalecía; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel" (1, 80). Si nos preguntáramos cuándo se fue el Precursor al desierto, una vieja tradición a la que hace eco Paul Warnefried (Paulo el Diácono), en el himno"Ut queant laxis", compuesto en honor del santo, da una respuesta apenas más definida que la declaración del Evangelio: "Antra deserti teneris sub annis... petiit.." Otros autores, sin embargo, pensaron que lo sabían mejor. Por ejemplo, San Pedro de Alejandría creía que San Juan fue dejado en el desierto para escapar de la ira de Herodes, quien, si hacemos caso de su relato, fue impulsado por el miedo de perder su reino a buscar la muerte del Precursor, igual que fue, más tarde, a buscar la del Salvador recién nacido. Se añadía también en este relato que Herodes hizo matar a Zacarías entre el templo y el altar, porque profetizó la venida del Mesías (Baronio, "Annal Apparat.", n.53). Estas son leyendas sin valor calificadas hace mucho tiempo por San Jerónimo como "apocryphorum somnia".

Pasando por alto entonces, con San Lucas, un periodo de unos treinta años, llegamos a lo que podemos considerar el inicio del ministerio público de San Juan (ver CRONOLOGÍA BÍBLICA). Hasta éste llevó en el desierto la vida de un anacoreta; ahora va a entregar su mensaje al mundo. "En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César... fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y se fue por toda la región del Jordán, predicando" (Lucas 3, 1-3), vestido no con los suaves ropajes de un cortesano (Mateo, 11, 8; Lucas 7, 24), sino de "piel de camello con un cinturón de cuero a sus lomos"; y "su comida" - parecía como si no comiera ni bebiera (Mateo, 11, 18; Lucas, 7, 33)-- "eran langostas y miel silvestre" (Mateo, 3, 4; Marcos, 1, 6); toda su figura, lejos de sugerir la idea de una caña sacudida por el viento (Mateo, 11, 7; Lucas, 7, 24), manifestaba una constancia imperturbable. Algunos incrédulos burlones fingían escandalizarse: "Tiene un demonio" (Mateo, 11, 18) Sin embargo, "Jerusalén, toda Judea, y toda la región del Jordán" (Mateo, 3, 5), atraídos por su fuerte y atractiva personalidad, acudían a él; la austeridad de su vida aumentaba inmensamente el peso de sus palabras; para la gente sencilla, era verdaderamente un profeta (Mateo, 11, 9;cf. Lucas, 1, 76,77). "Convertíos, porque el Reino de los Cielos está cerca" (Mateo, 3, 2), tal era el estribillo de su enseñanza. Hombres de todas las condiciones se congregaban a su alrededor.

Allí había fariseos y saduceos; estos últimos atraídos quizá por curiosidad y escepticismo, los primeros esperando posiblemente una palabra de alabanza por sus numerosísimas imposiciones y prácticas, y todos, probablemente, más ansiosos de ver de cuál de las sectas rivales ordenaría el nuevo profeta que se siguieran las instrucciones. Pero Juan puso al descubierto su hipocresía. Sacando sus ejemplos del escenario que los rodeaba, e incluso, según el modo oriental, haciendo un juego de palabras (abanimbanium), fustigó su orgullo con esta bien merecida reprimenda: "Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a huir de la ira inminente? Dad, pues, dignos frutos de conversión, y no andéis diciendo en vuestro interior: Tenemos por padre a Abraham; pues os digo que puede Dios de estas piedras dar hijos a Abraham. Y ya está el hacha puesta en la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego" (Mateo, 3, 7-10; Lucas, 3, 7-9). Estaba claro que algo había que hacer. Los hombres de buena voluntad entre los que escuchaban preguntaban: "¿Qué debemos hacer?" (Probablemente algunos eran ricos y, según la costumbre del pueblo en tales circunstancias, estaban vestidos con dos túnicas- Josefo, "Antig.", XVIII, v, 7). "Y él les respondía: El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, que haga lo mismo" (Lucas, 3, 11). Algunos eran publicanos; a ellos les ordenó no exigir más que lo que estaba fijado por la ley (Lucas, 3, 13). A los soldados (probablemente policías judíos) les recomendó que no hicieran violencia a nadie, ni denunciaran falsamente a ninguno, y que se contentaran con su paga. (Lucas, 3, 14). En otras palabras, les advirtió contra la confianza en sus privilegios nacionales, no aprobó los dogmas de ninguna secta, ni abogó por el abandono del forma de vida ordinaria de cada uno, sino que (predicó) la fidelidad y honradez en el cumplimiento de los deberes propios, y la humilde confesión de los propios pecados.
Para confirmar las buenas disposiciones de sus oyentes, Juan los bautizaba en el Jordán, "diciendo que el bautismo era bueno, no tanto para liberar a uno de ciertos pecados [cf. Sto. Tomás, "Summ. Theol.·, III, A.xxxviii, a. 2 y 3] como para purificar el cuerpo, estando ya el alma limpia de sus corrupciones por la justicia" (Josefo, "Antig.", XVIII, vii). Este rasgo de su ministerio, más que ningún otro, atrajo la atención pública hasta tal punto que fue apodado "el Bautista" ( esto es, el que bautiza) incluso durante su vida (por Cristo, Mateo, 11,11; por sus propios discípulos, Lucas, 7, 20; por Herodes, Mateo, 14, 2; por Herodías, Mateo, 14, 3). Aun así su derecho a bautizar fue cuestionado por algunos (Juan, 1, 25); los fariseos y letrados rehusaron someterse a esta ceremonia, con el argumento de que el bautismo, como una preparación para el reino de Dios, sólo estaba relacionado con el Mesías (Ezequiel, 36, 25; Zacarías, 13, 1, etc.), Elías, y el profeta del que se habla en el Deuteronomio, 18, 15. La réplica de Juan fue que él había sido divinamente "enviado a bautizar con agua" (Juan, 1, 33); a esto, más tarde, nuestro Salvador aportó su testimonio, cuando, en respuesta a los fariseos que intentaban tenderle una trampa, implícitamente declaró que el bautismo de Juan era del cielo (Marcos, 11, 30). Mientras bautizaba, Juan, para que la gente no pudiera creer "si no sería él el Cristo" (Lucas, 3, 15), no dejó de insistir en que la suya era sólo una misión de precursor: "Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará en el Espíritu Santo y en el Fuego. En su mano tiene el bieldo para limpiar su era y recoger el trigo en su granero; pero la paja la quemará con fuego que no se apaga" (Lucas, 3, 15,17). Fuera cual fuese lo que Juan quería decir con su bautismo "de fuego", en todo caso, definió claramente en esta declaración su relación con el que había de venir.

Aquí no vendrá mal tratar sobre el escenario del ministerio del Precursor. La localidad debe buscarse en la parte del valle del Jordán (Lucas, 3, 3) que es llamada el desierto (Marcos 1, 4). En relación con esto se mencionan dos lugares en el Cuarto Evangelio: Betania (Juan 1, 28) y Ainón (Juan 3, 23). Respecto a Betania la versión Betabara, primero dada por Orígenes, puede descartarse; pero el erudito alejandrino estaba quizá menos equivocado al sugerir la otra versión, Bethara, posiblemente una forma griega de Betharan; en cualquier caso, el sitio en cuestión debe ser buscado "al otro lado del Jordán" (Juan, 1, 28). El segundo lugar, Ainón, "cerca de Salim" (Juan, 3, 23), el punto más al norte señalado en el mapa del mosaico de Madaba, se describe en el "Onomasticon" de Eusebio como estando a ocho millas de Seythopolis (Beisan), y debe buscarse probablemente en Ed-Deir o El-Ftur, a poca distancia del Jordán (Lagrange, en "Revue Biblique", IV, 1895, pags. 502-5). Además, una tradición establecida de antiguo, que se remonta al año 333, asocia la actividad del Precursor, particularmente el Bautismo del Señor, con los alrededores de Deir Mar-Yuhanna (Qasr el-Yehud).

El Precursor había estado predicando y bautizando durante algún tiempo (cuánto exactamente no se sabe), cuando Jesús vino de Galilea al Jordán a ser bautizado por él. ¿Por qué, puede preguntarse, "el que no cometió pecado" (I Pedro, 2, 22) buscaría "el bautismo de conversión para el perdón de los pecados" de Juan (Lucas, 3, 3)? Los Padres de la Iglesia responden muy apropiadamente que ésta fue la ocasión prevista por el Padre en que Jesús iba a manifestarse ante el mundo como Hijo de Dios; además, al someterse a él, Jesús sancionaba el bautismo de Juan. "Pero Juan trataba de impedírselo diciendo: Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?" (Mateo, 3, 14). Estas palabras, que implican que Juan conocía a Jesús, están en aparente contradicción con una ulterior declaración de Juan registrada en el Cuarto Evangelio: "Yo no le conocía" (Juan, 1, 33). La mayor parte de los intérpretes toman esto como que el Precursor tenía alguna intuición de que Jesús fuera el Mesías: indican ésta como la razón por la que Juan al principio rehusó bautizarlo; pero la manifestación celestial, unos momentos después, cambió esta intuición en conocimiento perfecto: "Respondióle Jesús: Déjame ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. Bautizado Jesús, salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos...Y una voz que venía de los cielos dijo: Este es mi hijo muy amado, en quien me complazco" (Mateo, 3, 15-17).
Tras su bautismo, mientras Jesús estaba predicando por las ciudades de Galilea, yendo a Judea sólo ocasionalmente para las fiestas, Juan continuó su ministerio en el valle del Jordán. Fue en esta época "cuando los judíos enviaron donde él desde Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle: ¿Quién eres tú? Él confesó, y no negó; confesó: Yo no soy el Cristo. Y le preguntaron: ¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías? Él dijo: No lo soy ¿Eres tú el profeta? Respondió: No. Entonces le dijeron: ¿Quién eres, pues, para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo? Dijo él: Yo soy la voz que clama en el desierto: Rectificad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías" (Juan 1, 19-23). Juan negó ser el profeta Elías, a quien los judíos estaban esperando (Mateo, 17, 10; Marcos, 9, 10). Ni lo admitió Jesús, aunque sus palabras a sus discípulos parecen a primera vista señalar ese camino, "Ciertamente Elías ha de venir a restaurarlo todo. Os digo, sin embargo, que Elías ha venido ya" (Mateo, 17, 11; Marcos, 9, 11-12). San Mateo señala que "los discípulos comprendieron que se refería a Juan el Bautista" (Mateo, 17, 13). Esto era lo mismo que decir, "Elías no va a venir en forma humana." Pero al hablar a la multitud, Jesús explicó que llamaba a Juan Elías en sentido figurado: "Si queréis admitirlo, él es Elías, el que iba a venir. El que tenga oídos, que oiga" (Mateo, 11, 14,15). Esto había sido anticipado por el ángel cuando, al anunciar a Zacarías el nacimiento de Juan, predijo que el niño precedería al Señor "con el espíritu y el poder de Elías" (Lucas, 1, 17). "Al siguiente día vio a Jesús venir hacia él y dijo: He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es por quien yo dije: Viene un hombre detrás de mí, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo...pero he venido a bautizar con agua para que él sea manifestado a Israel...Y yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo. Y yo lo he visto y doy testimonio de que este es el Hijo de Dios" (Juan 1, 20-34).

Entre los muchos oyentes que rodeaban a San Juan, algunos, más profundamente conmovidos por su doctrina, permanecieron con él, formando así, como alrededor de otros famosos doctores de la ley, un grupo de discípulos. A estos exhortaba a ayunar (Marcos, 2, 18), a estos enseñaba formas especiales de oración (Lucas, 5, 33; 11, 1). Su número, según la literatura pseudo-clementina, llegaba a treinta (Hom. ii, 23). Entre ellos estaba Andrés de Betsaida de Galilea (Juan, 1, 44). Un día, cuando Jesús pasaba a lo lejos, Juan le señaló y repitió su declaración anterior: "He ahí el Cordero de Dios". Entonces Andrés, con otro discípulo de Juan, al oír esto, siguieron a Jesús (Juan, 1, 36-38). El relato de la vocación de Andrés y Simón difiere materialmente del que encontramos en San Mateo, San Marcos y San Lucas; aunque puede percibirse que San Lucas, en particular, narra de tal manera el encuentro de los dos hermanos con el Salvador, que podemos deducir que ya lo conocían. Ahora bien, por otra parte, puesto que el Cuarto Evangelio no dice que Andrés y su compañero dejaran en el acto sus ocupaciones para dedicarse exclusivamente al Evangelio o a su preparación, no hay claramente discordancia absoluta entre la narración de los tres primeros Evangelios y el de San Juan.

El Precursor, tras un lapso de varios meses, aparece de nuevo en escena, y aún está predicando y bautizando a orillas del Jordán (Juan, 3, 23). Jesús, mientras tanto, había reunido a su alrededor un séquito de discípulos, y vino "al país de Judea; y allí se estaba con ellos y bautizaba" (Juan, 3, 22) - "aunque no era Jesús mismo el que bautizaba, sino sus discípulos" (Juan, 4, 2) - "Se suscitó una discusión entre los discípulos de Juan y los judíos [los mejores textos griegos tienen "un judío"] acerca de la purificación" (Juan, 3, 25), lo que quiere decir, como se sugiere por el contexto, acerca del valor relativo de ambos bautismos. Los discípulos de Juan fueron a él: "Rabbí, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, aquel de quien diste testimonio, mira, está bautizando y todos se van con él" (Juan, 3, 26-27). Indudablemente querían decir que Jesús debería ceder ante Juan que le había recomendado, y que, al bautizar, estaba usurpando los derechos de Juan. "Juan respondió: Nadie puede arrogarse nada si no se le ha dado del cielo. Vosotros mismos sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de él. El que tiene a la novia es el novio; pero el amigo del novio, el que asiste y le oye, se alegra mucho con la voz del novio. Esta es, pues, mi alegría, que ha alcanzado su plenitud. Es preciso que él crezca y que yo disminuya. El que viene de arriba está por encima de todos: el que es de la tierra, es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos: da testimonio de lo que ha visto y oído" (Juan, 3, 27-36).

La narración anterior recuerda el hecho antes mencionado (Juan, 1, 28), de que parte del ministerio del Bautista se ejerció en Perea: Ainón, el otro escenario de sus acciones, estaba junto a las fronteras de Galilea; Perea y Galilea formaban la tetrarquía de Herodes Antipas. Este príncipe, digno hijo de su padre, Herodes el Grande, se había casado, probablemente por razones políticas, con la hija de Aretas, rey de los nabateos. Pero durante una visita a Roma, se enamoró de su sobrina Herodías, esposa de su hermanastro Filipo (hijo de Mariamne la joven), y la indujo a venirse a Galilea. Cuándo y dónde se encontró el Precursor con Herodes, no se nos dice, pero por los Evangelios Sinópticos sabemos que Juan se atrevió a reprochar al tetrarca sus malas acciones, especialmente su adulterio público. Herodes, influido por Herodías, no permitió al importuno recriminador marchar sin castigo: "envió a prender a Juan y le encadenó en prisión". Josefo nos cuenta una historia bastante distinta, que contiene tal vez un elemento de verdad. "Como se apiñaban alrededor de Juan grandes multitudes, Herodes sintió miedo de que abusara de su autoridad moral sobre ellas para incitarlas a la rebelión, lo que harían si se lo mandaba; por tanto pensó como lo más sabio, para evitar posibles sucesos, quitar de en medio al peligroso predicador... y lo encarceló en la fortaleza de Maqueronte" ("Antig.", XVIII, v, 2). Cualquiera que fuera el motivo principal de la política del tetrarca, es seguro que Herodías alimentaba un amargo odio contra Juan. "Herodías le aborrecía y quería quitarle la vida" (Marcos, 6,19). Aunque Herodes al principio compartía su deseo, "temía a la gente porque le tenían por profeta" (Mateo, 14, 5). Después de un tiempo este resentimiento de Herodes parece haberse reducido, pues, según Marcos, 6, 19,20, escuchaba a Juan con gusto e hizo muchas cosas a sugerencia de él.

Juan, en su prisión, era asistido por sus discípulos, que le mantenían en contacto con los acontecimientos del momento. Así se enteró de las maravillas efectuadas por Jesús. En este punto no se puede suponer que la fe de Juan vacilara lo más mínimo. Algunos de sus discípulos, sin embargo, no estaban convencidos por sus palabras de que Jesús era el Mesías. Por consiguiente, los envió a Jesús, mandándoles decir: "Juan el Bautista nos ha enviado para que te digamos: ¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro? (Y en aquel momento curó a muchos [del pueblo] de sus enfermedades y dolencias y malos espíritus, y dio vista a muchos ciegos.) Y les respondió: Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva; ¡y dichoso aquel que no se escandalice de mí!" (Lucas, 7,20-23; Mateo, 11, 3-6).

Cómo afectó esta entrevista a los discípulos de Juan, no lo sabemos; pero conocemos el elogio de Juan que salió de los labios de Jesús: "Cuando los mensajeros de Juan se alejaron, se puso a hablar de Juan a la gente: ¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento?" Todos sabían muy bien por qué Juan estaba en prisión, y que en su cautividad era más que nunca el campeón impávido de la verdad y la virtud. -"¿Qué salisteis a ver, si no? ¿Un hombre vestido con ropas elegantes? Los que visten magníficamente y viven con molicie están en los palacios. Entonces, ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Sí, os lo aseguro, y más que un profeta. Este es de quien está escrito: He aquí que yo envío mi mensajero delante de ti, el cual te preparará por delante el camino. Os digo: Entre los nacidos de mujer no hay ninguno más grande que Juan el Bautista" (Lucas, 7, 24-28). Y a continuación, Jesús señaló la inconsistencia del mundo en sus opiniones tanto sobre él como sobre su precursor: "Ha venido Juan el Bautista, que no comía pan ni bebía vino, y decís: Tiene un demonio. Ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: Ahí tenéis a un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores. Y la sabiduría se ha acreditado por todos sus hijos" (Lucas, 7, 33-35).

San Juan languideció probablemente durante algún tiempo en la fortaleza de Maqueronte, pero la ira de Herodías, a diferencia de la de Herodes, nunca disminuyó: aguardaba su oportunidad. Esta llegó en la fiesta de cumpleaños que Herodes, según la moda romana, dio a los "magnates, a los tribunos, y a los principales de Galilea. Entró la hija de la misma Herodías [Josefo da su nombre: Salomé], danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey dijo entonces a la muchacha: Pídeme lo que quieras y te lo daré...Salió la muchacha y preguntó a su madre: ¿Qué voy a pedir? Y ella le contestó: La cabeza de Juan el Bautista. Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista. El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan... y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre" (Marcos, 6, 21-28). Así ocurrió que la muerte del más grande "entre los nacidos de mujer" fue el premio otorgado a una bailarina, el peaje exigido por un juramento imprudente, criminalmente mantenido (San Agustín). Incluso los judíos se conmovieron por una ejecución tan injustificable, y atribuyeron a la venganza divina la derrota sufrida después por Herodes a manos de Aretas, su legítimo suegro (Josefo, loc. cit). Los discípulos de Juan, al enterarse de su muerte, "vinieron a recoger el cuerpo y le dieron sepultura" (Marcos, 6, 29), "luego fueron a informar a Jesús" (Mateo, 14, 12).

La duradera impresión dejada por el Precursor sobre los que estuvieron bajo su influencia no se puede ilustrar mejor que mencionando el temor que sobrecogió a Herodes cuando oyó las maravillas obradas por Jesús, quien, en su opinión, no era sino Juan el Bautista vuelto a la vida (Mateo, 14, 1,2,etc.). La influencia del Precursor no murió con él. Fue de largo alcance, además, como sabemos por Hechos,18, 25; 19, 3, donde encontramos que prosélitos en Éfeso habían recibido de Apolo y otros el bautismo de Juan. Además los primeros autores cristianos hablan de una secta que tomaba su nombre de Juan y se atenía sólo a su bautismo. La fecha asignada en los calendarios litúrgicos a la muerte de Juan el Bautista, 29 de Agosto, apenas se puede considerar fiable, porque no se basa casi en documentos dignos de confianza. El lugar de su sepultura ha sido fijado por una antigua tradición en Sebaste (Samaria). Pero si hay algo de verdad en la afirmación de Josefo, de que Juan fue ejecutado en Maqueronte, es difícil comprender por qué fue enterrado tan lejos de la fortaleza herodiana. Aun así, es perfectamente posible que, en una fecha posterior que nos es desconocida, sus sagrados restos fueran llevados a Sebaste. En cualquier caso, hacia mediados del Siglo IV, su tumba era venerada allí, como sabemos por el testimonio de Rufino y Teodoreto. Estos autores añaden que el santuario fue profanado en tiempos de Juliano el Apóstata (hacia el año 362), siendo parcialmente quemados los huesos. Una parte de las reliquias rescatadas fueron llevadas a Jerusalén, luego a Alejandría; y allí, el 27 de Mayo de 395, estas reliquias fueron depositadas en la magnífica basílica ahora dedicada al Precursor en el sitio del otrora famoso templo de Serapis. La tumba de Sebaste continuó, no obstante, siendo visitada por piadosos peregrinos, y San Jerónimo aporta testimonio de los milagros allí obrados. Tal vez algunas de las reliquias fueron devueltas a Sebaste. Otras partes en diferentes épocas lograron llegar a muchos santuarios del mundo cristiano, y es larga la lista de iglesias que afirman poseer una parte del preciado tesoro. Lo que sucedió con la cabeza del Precursor es difícil de determinar. Nicéforo (I, ix) y Metarastes dicen que Herodías la enterró en la fortaleza de Maqueronte; otros insisten en que fue enterrada en el palacio de Herodes en Jerusalén; allí fue encontrada durante el reinado de Constantino, y de allí secretamente llevada a Emesa, en Fenicia, dónde se ocultó, permaneciendo desconocido el lugar durante años, hasta que se manifestó por revelación en el año 453. En las muchas y discordantes informaciones relativas a esta reliquia, predomina por desgracia mucha inseguridad; las discrepancias en casi todos los puntos hacen el problema tan intrincado como para impedir una solución. Esta insigne reliquia, en todo o en parte, es reclamada por varias iglesias, entre ellas Amiens, Nemours, St.Jean d'Angeli (Francia), San Silvestro in Capite (Roma). Este hecho lo retrotrae Tillemont a una confusión de un San Juan por otro, una explicación que, en algunos casos, parece estar fundada sobre buenas bases y justifica esta multiplicación, de otra forma problemática, de reliquias.

La veneración tributada desde tan temprano y en tantos lugares a las reliquias de San Juan Bautista, el celo con el que muchas iglesias han sostenido en todas las épocas sus infundadas pretensiones a algunas de sus reliquias, las innumerables iglesias, abadías, ciudades y familias religiosas colocadas bajo su patronato, la frecuencia de su nombre entre la gente cristiana, todo atestigua la antigüedad y extensa difusión de la devoción al Precursor. La conmemoración de su nacimiento es una de las fiestas más antiguas, si no la más antigua, introducida tanto en la liturgia griega como en la latina para venerar a un santo. Pero, ¿por qué es la fiesta propia, como lo fue, de San Juan el día de su nacimiento, mientras que en los demás santos es el día de su muerte? Porque se entiende que el nacimiento de quien, a diferencia del resto, estaba "lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre", debe ser señalado como un día de triunfo. La celebración de la Degollación de San Juan Bautista, el 29 de Agosto, disfruta casi de la misma antigüedad. Encontramos también en los martirologios más antiguos mención de una fiesta de la Concepción del Precursor el 24 de Septiembre. Pero la celebración más solemne en honor de este santo fue siempre la de su Natividad, precedida hasta recientemente por un ayuno. Muchos lugares adoptaron la costumbre introducida por San Sabas de tener un doble oficio este día, como en el día de Navidad. El primer oficio, que pretendía significar el tiempo de la ley y los profetas que duraba hasta San Juan (Lucas, 16, 16), comenzaba a la puesta de sol, y se cantaba sin aleluya; el segundo, que significaba la celebración de la apertura del tiempo de gracia, y se alegraba con el canto del aleluya, se celebraba durante la noche. La similitud de la fiesta de San Juan con la de Navidad se llevaba más lejos, pues otra característica del 24 de Junio era la celebración de tres misas: la primera, a altas horas de la noche, recordaba su misión de Precursor; la segunda, al amanecer, conmemoraba el bautismo que él confería; y la tercera, a la hora de tercia, veneraba su santidad. Toda la liturgia del día, repetidamente enriquecida por las añadiduras de varios Papas, era comparable en evocación y belleza a la liturgia de Navidad. Tan sagrado se juzgaba el día de San Juan que dos ejércitos rivales, habiéndose encontrado frente a frente un 23 de Junio, de común acuerdo aplazaron la batalla hasta el día siguiente de la fiesta (Batalla de Fontenay, 841). "La alegría, que es la característica del día, irradiaba de los recintos sagrados. Las agradables noches de verano, en la octava de San Juan, daban libre campo a un despliegue popular de alegre fe entre las diversas nacionalidades. Apenas los últimos rayos del sol poniente se apagaban cuando, por todo el mundo, inmensas columnas de llamas surgían de todas las cimas de las montañas, y en un instante, toda ciudad, pueblo, y aldea se iluminaba" (Guéranger). La costumbre de las "hogueras de San Juan", sea cual sea su origen, permanece hasta ahora en ciertas regiones.

Aparte de los Evangelios y los consiguientes comentarios, JOSEFO y las muchas Vidas de Cristo, EUSEBIO, Hist Eccl. I,xi; Acta pour servir a l'histoire eccles., I (Bruselas, 1732), 36-47 ; notas pags.210-222 ; HOTTINGER, Historia Orientalis (Zurich, 1660), 144-149 ; PACIANDI, De cultu J.Baptiste en Antiq. Christ., III (Roma, 1755); LEOPOLD, Johannes der Taufer (Lubeck, 1838); CHIARAMONTE, Vita de San Giovanni Battista (Turín, 1892) YESTIVEL, San Juan Bautista (Madrid, 1909).

CHARLES L. SOUVAY
Transcrito por Thomas M. Barrett
Dedicado a las procesiones de Navidad de Rickreall, Oregon (USA)
Traducido por Francisco Vázquez


http://www.enciclopediacatolica.com/j/juanbautista.htm

venerdì 11 gennaio 2008

ACERCA DE UNA RECIENTE PUBLICATION DE JOSE O'CALLAGHAN SOBRE LOS PAPIROS DE LA CUEVA 7 DE QUMRAN

Ramón Puig MASSANA Filología Neotestamentaria 9 (1996) 51-59


ACERCA DE UNA RECIENTE PUBLICACION
DE JOSE O’CALLAGHAN SOBRE LOS PAPIROS
DE LA CUEVA 7 DE QUMRAN

(Los primeros testimonios del Nuevo Testamento.
Papirología Neotestamentaria, El Almendro, Córdoba, 1995)

The author examines J. K. Elliot’s review, published in the last issue of this journal, and refutes his arguments against the identification of the contents of the papyrus 7Q5 with Mc 6:52-53.




Toiou=toj e0kei=noj. Es un auténtico placer poder asistir, desde hace más de veinte años, a la lucha por el ser o no ser de Mc 6, 52s, por el reconocimiento o rechazo de la propuesta científica expuesta por José O’Callaghan sobre 7Q5. La historia es conocida: cuando recién promovido a Profesor en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma, componía una lista de los papiros griegos de los LXX 1, tuvo que interesarse por dos papiros griegos del AT (Éxodo 28,4-7 y Carta de Jeremías 43-44) identificados ya en la cueva 7 de Qumrán, para incluirlos en su lista. Pero entonces le llamó la atención ese minúsculo fragmento de 3,94 x 2,7 cms., escrito sólo por una cara en caracteres greco-coptos e inventariado con el núm. 5, que la paleografía había datado ya como escrito hacia el año 50 d.C. En la editio princeps se sugería no sin motivo que podía ser un fragmento de alguna genealogía veterotestamentaria, pues en él se leían claramente las letras NNHS. Pero, a pesar de su insistencia —no podía contar aún con la informática—, no logró hallar ninguna genealogía que coincidiera con el conjunto de letras restantes. Hasta que se le ocurrió, un poco ad absurdum, que en lugar de "genealogías" podía sonar a Gennesaret. Y esto, entre las diversas posibilidades de situar todo el pequeño conjunto, coincidía sorprendentemente en Mc 6,52-53, un texto en que Jesús, después de multiplicar los panes y andar sobre las aguas, llega en la barca a orillas de Genesaret. Espantado él mismo por la repercusión que la simple idea de situar un papiro de Marcos antes de la destrucción de Qumrán podría provocar en el ambiente "científico" del

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momento, comunicó sin embargo su idea a algunos especialistas y se atrevió a publicar a modo de hipótesis el artículo ¿Papiros neotestamentarios en la cueva 7 de Qumrán?, Bib 53 (1972) 91-100.
Esto suponía no sólo volver en cierto modo a la explicación tradicional de Papías referida por Eusebio de Cesarea, según la cual Marcos puso por escrito la predicación de Pedro a petición de los primeros cristianos, sino aún a la opinión de los autores católicos que sostenían que fue escrito en una época tan remota como el 42-45 2. La respuesta no se hizo esperar: en el mismo número de Bíblica se le propusieron otras posibilidades como la de una segunda ocupación tardía de Qumrán, olvidando tanto la historia como la estructura paleográfica del papiro; se propusieron otras posibles identificaciones y sobre todo se negó que el texto coincidiera con el de Marcos, pues la tercera letra de la segunda línea no parecía ser una N (de au0tw~n), sino una I (au0tw~i). A tal punto llegó la oposición, que se ha hecho famosa la despectiva frase de un especialista del Instituto Católico de París: "conjetura de un pobre jesuita español". Mas los veinte años siguientes no han pasado en vano: se han desarrollado los ordenadores y se han aplicado nuevas técnicas. El simposio de Eichstätt ha dado lugar al libro Christen und christliches in Qumran? 3 y, por otro lado, se ha registrado una serie de adhesiones que pueden consultarse en la obra de A. Stefano, Vangelo e storicità , Milano 1995. No es, además, inoportuno citar a L. Alonso Schökel y a Marta Sordi en el Congreso Internacional de Patrística celebrado en Turín, 1993. Puede también consultarse el capítulo Were Manuscripts of the New Testament in Qumran Cave 7? en la obra Jesus, Qumran and the Vatican. Clarifications 4.
Pero J. K. Elliott, en la recensión de la obra de J. O’Callaghan, Los primeros testimonios del Nuevo Testamento. Papirología neotestamentaria, publicada en el fascículo anterior de FN, toma más bien en consideración los testimonios negativos de R. E. E. Cook en Has a fragment of a Gospel of Mark been found at Qumram? 5 y de Pickering: Looking for Mark’s Gospel among the Dead Scrolls: the Continuing Problem of Qumran Fragment 7Q5 6. Afianzándose en la escéptica posición propugnada por Geza Vermes en 1972, sigue opinando que la lectura de esas cinco líneas que no contienen más que una docena de letras incontestables y una sola palabra completa (KAI) "is problematic that are from Mark". El problema sigue abierto.
En su análisis del libro de J. O’Callaghan, Elliott comienza por anotar una serie de pequeños lapsus editoriales, algo así como una fe de erratas, de las que tal vez sea la más a tener en cuenta el preguntarse por qué razones (¿estéticas?) medio libro carece de paginación. J. K. Elliott desconoce que es norma tipográfica en España no numerar aquellas

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páginas que comienzan por título o cuadro sinóptico, como es el caso de las páginas citadas. Pequeño lapsus suyo sería en contrapartida el que en la página 31 no hay nada que pueda evocar la lectura de "Gerstinger" que propone, o la escritura no castellana de Cordova por Córdoba. Luego muestra su sorpresa de que un especialista tan reconocido como O’Callaghan omita P99, mientras incluye en P75 los versículos 13-15 que no constan en él. Elliott no puede saber cuándo O’Callaghan entregó su original a la editorial, pero sí suponer que entre la entrega y la publicación del libro ha pasado cierto tiempo, el suficiente para justifi-car que no se pudiera incluir todavía P99. Y respecto a lo segundo, conviene tener en cuenta lo que claramente dice O’Callaghan en la n. 10 de la pág. 29: "Para el contenido textual de los papiros, también tengo en cuenta esta última edición [Nestle-Aland27]". Por consiguiente, si no hubiera incluido los versículos de esta edición de Nestle-Aland, O’Callaghan hubiera sido inconsecuente con su metodología. Finalmente, Elliott lamenta que en las editiones principes no figuren detalles sobre las dimensiones de los papiros listados, recriminación que resulta sorprendente, pues él mismo, en su obra A Bibliography of Greek New Testament Manuscripts 7, no solamente no indica las medidas de los papiros, sino que ni siquiera expresa su contenido textual.
La reflexión de Elliott, que si bien los testimonios neotestamentarios más antiguos en griego se conservan en papiros, no todos los ma-nuscritos conservados sobre papiro se cuentan entre los manuscritos más antiguos, es tan obvia y tan de acuerdo con la exposición de O’Callaghan, que desconcierta el que Elliott la haga y mucho más que llame la atención en que no debemos por tanto dejarnos hipnotizar por los papirólogos, creyendo que un fragmento de papiro es automáticamente más importante o fiable que cualquier otro documento. ¿Es que alguien lo afirma? Lo que se afirma es que al margen de los pergaminos que pudieran tener o no las comunidades de Roma, Alejandría o Antioquía, ese pobre anacoreta de Qumrán (o el escriba cristiano de otra comunidad egipcia que le había remitido el texto) escribía en un griego egipcio, algo tosco y plebeyo, sobre el material más común y corriente que tenía a mano y esto, según los papirólogos, hacia el año 50 p.C.
Elliott causa la impresión de ser un estudioso de gran honradez. Y no me refiero ahora al hecho de que insista en que 7Q5 no ha sido registrado oficialmente, a pesar de "algunas voces estridentes", aunque ni me parece tan estridente la insistencia científica de O’Callaghan, ni tan pocas las voces de eminentes papirólogos que desde hace veinte años lo están requiriendo y que él mismo cita en parte; espero que cuando él sume su voz a la de ellos sea por fin reconocido (como P100 ); me refiero más bien a su ingenua confesión de que lamenta sinceramente su incapacidad de comprender las fórmulas tan complicadas del cálculo de probabilidades del doctor Dou. Pero ¿cae también en la cuenta de que si este

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sincerarse dice mucho a favor de su honradez, invalida por otra parte de raíz todo lo que pueda intentar probar en contra o al margen de estos argumentos rigurosamente científicos?
Desde los tiempos de Galileo, al menos, para que un estudio sea científico, se requiere una observación experimental; es menester una matemática estadística, instrumentos de medida; necesitamos una teoría, es decir un discurso que reúna los diversos elementos en un debate dialéctico que permita su valoración. Si O’Callaghan aporta la teoría, el doctor Alberto Dou estructura la matemática estadística. El estudio en que aplica el cálculo de probabilidades a 7Q5, en números absolutos o cotejado concretamente con los 42 millones de palabras de todo el Corpus Graecum, combinando todas las posibles coincidencias de espacio y sentido, en horizontal y en vertical, de los 25 símbolos coptos en 20 espacios, es tal vez la aportación inédita más valiosa de este libro. Sin embargo, quizá sea uno de los no sé si defectos o virtudes del doctor Dou haberse mantenido en un nivel de pura abstracción matemática, olvidando el principio básico de la retórica: decir algo a alguien. Tuve un profesor de física que publicaba un artículo científico al año y sólo uno, a sabiendas de que tan sólo lo leería y entendería un colega suyo de otra facultad y sólo él. Le bastaba. Dou dice algo, mucho, pero quizá no lo diga a alguien, cuando este alguien es un especialista en "letras". Me gustaría traer al respecto, por ejemplo, la reflexión (con una moneda en la mano) de Riedl, sobre las posibilidades de casualidad o causalidad:
"Juguemos a cara o cruz: el abanico de probabilidades es 2. A la primera jugada la probabilidad es 1/2 [2-1], en la 2ª, 3ª, 10ª y 100ª, respectivamente, 2 -2, 2 -3, 2 -10, 2 -100, o sea 1/4, 1/8, 1/1024 y apenas una quintillonésima: 1/15267.6504000.0003000.0002000.0001000.000. La posibilidad de que en 100 jugadas salgan 100 caras es tan irrisoria, que sólo se podría esperar si desde el principio del mundo, 100.000 humanidades tan sólo hubieran estado jugando cada segundo al cara o cruz. Y en 1000, la cifra 1/1,07 10 301, con más de 300 decimales, excede todas las posibilidades físicas de este cosmos: ha de haber necesidad. Nuestra certeza está plenamente justificada" 8.
El estudio de Dou maneja cantidades del mismo orden. Aceptando para no complicar más aún las cosas que las letras son mayúsculas griegas antiguas y no medievales (omega en alforja) y que sólo hay por tanto 25 letras o signos a escoger para irlas colocando en los 20 espacios de que consta el fragmento, o posibilidad de variaciones de que una u otra de esas 20 letras ocupe o no uno u otro de los 25 espacios, Dou nos recuerda que esta variable V2025 = 2520 = 9.09494701772928238 E+27 da una cifra fabulosa cercana a los diez mil cuatrillones (~ 10 28); estudiando las diversas reducciones, Dou llega a la probabilidad de error P < P*3 = 1/1010 ó P < P*2 = 1/9 * 1011, o sea, uno dividido por diez mil millones o por novecientos mil millones respectivamente: y afirma que

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en buena matemática la identificación de O’Callaghan debe aceptarse como total y exclusivamente asentada.
Quizá podamos decirlo todavía de otra forma más familiar. Se ha escrito con razón que a O’Callaghan le gustan los crucigramas. Bien que mal éstos acostumbran a encajar. Pero compliquemos algo más las cosas. Supongamos que en el depósito de una gran fábrica de Puzzles el gerente encuentra un día una pequeña pieza algo pisoteada, hasta ligeramente borrosa o raída, y que en su honradez se empeña en averiguar a cuál de los puzzles pertenece. Una pieza sin ninguna indicación, si no es que no es de madera sino de cartón, frente a unos cuantos miles de cajas, de hasta 1000 o 5000 piezas cada una: a multiplicar lo absurdo de la tarea. No sé las experiencias de otros, tal vez sepan lo que significa pasarse horas delante de un puzzle de sólo mil piezas y con modelo, sin lograr colocar ninguna: todas parecen iguales, pero sólo una "encaja", es decir tiene el perímetro, el color y la posición vertical u horizontal exigida. Llamemos a este depósito de puzzles Corpus Graecum y movilicemos unos cuantos centenares de empleados. Si alguno de ellos encuentra un hueco en que 7Q5 encaje o tiene mucha suerte o merece jubilarse por agotamiento. Pues algo así ha hecho primero O’Callaghan, descartando a ojo los que no ofrecen parecido alguno, discutiendo uno a uno los presentados como posibles, echando mano del ordenador...; y con él el programa informático Ibycus, que con la fría objetividad de miles de operaciones de cálculo ha concluido que 7Q5 encaja en Mc 6, 52-53 y además, que sólo Mc 6, 52,53 encaja en 7Q5, de tal modo, concluye Dou, que si alguien encontrara otro hueco (Idt n, p-q) distinto de Mc 6 en que 7Q5 encajara "entonces, es prácticamente seguro que los dos textos, Mc 6, 52-53 y Idt n, p-q no son literariamente independientes entre sí".
Frente a este alarde de sólida ciencia, Elliott, sin tener en cuenta ni las recientes aportaciones ni las observaciones de O’Callaghan en su libro o en el artículo "Sobre el papiro de Marcos en Qumrán" publicado en Filología Neotestamentaria 5 (1992) 191-198, apenas si hace poco más que repetir la impresión de Geza Vermes 20 años ha:


1. O’Callaghan da el mismo valor a las letras dudosas que a las nueve claras y da por supuesto que su fragmento tiene 20-23 espacios por línea porque otros dos de la misma cueva que no tienen nada que ver con él tienen de 16 a 23, amañando su texto a este arbitrario espacio. No sé la fuerza que podía tener este argumento en los tiempos de G. Vermes, a fin de cuentas podrían insinuar al menos el estilo de la editorial de Qumrán 7. Pero desde luego, después de leer los análisis y cálculos expuestos en este libro, carece totalmente de sentido.
O’Callaghan, que a diferencia de sus opositores (si me equivoco que me corrijan) ha podido estudiar directamente el papiro 7Q5, publica en su libro una diáfana fotografía infrarroja que muestra con claridad el texto y en concreto tanto el arranque superior de la N y el espacio que debería ocupar, como el triple espacio que precede a la KAI, etc. A mi modo de ver es un pequeño fallo que el autor se limite en su transcripción

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a seguir la norma aceptada entre papirólogos de transcribir directamente en minúsculas, dando algo de pie a Vermes/Elliott a achacarle que toma las letras ya hechas y completas. Podríamos aproximarnos algo más a la realidad objetiva completando la transcripción en mayúsculas, donde subrayo las letras que podemos ver en el papiro 9.
Sobre esta reconstrucción del original recordemos lo que el autor dice, por ejemplo, en la página 106: "respecto a las letras... hay que tener presente que algunas, fuera de las que conservan todo su perímetro, pueden ser incompletas, pero de lectura cierta". Y aun las de lectura incierta pueden contribuir a una identificación legítima si sus rasgos pueden adaptarse a las que se restituyen, de modo que al rechazar lecturas cuyos rasgos no se adaptan a ellas, "las letras incompletas pueden, al menos negativamente, ayudar también a determinadas identificaciones". Como expone C. P. Thiede en su informe criminalístico, la prueba de informática Ibycus, realizada en Liverpool y aceptada en las actas del simposio de Eichstätt, confrontando 7Q5 con toda la literatura griega conocida, reconoce por una parte la posibilidad de la pertenencia a Mc 6,52-53: "ninguna de las letras debatidas contradice la identificación ... sus variantes son confirmadas como auténticas también aquí". Y, por otra parte, "la identificación sólo es positiva en la lectura que asocia 7Q5 con Mc 6,52-53" 10.
La coincidencia vertical en cinco líneas convence también a Montevecchi y Stefano Alberto; el espacio que en la línea 3 interrumpe la lectura continua (sin separación de las palabras) seguido de un prosaico KAI, dice también mucho por sí solo a favor de Marcos. Y por otra parte, Dou observa que si las letras no identificables son otras diez de las veinte, aun admitida la diferencia de esticometría con el Corpus Graecum (K) anotada por Kenyon "el resultado final sería substancialmente el mismo" (pp.128-130). Lástima que resulte tan difícil seguir su argumentación a quien no está avezado a ella.


2. En su reconstrucción Elliott se salta tres palabras sólidamente atestiguadas en la mayoría de códices, apoyándose en una variante copta tan insignificante que casi ningún editor del NT tiene en cuenta. Es curioso, sin embargo, que tanto la escritura de 7Q5 como esa insignificante variante sean precisamente greco-egipcias, la lengua que posteriormente sería conocida como copta 11, sin olvidar por otra parte que a Marcos se le recuerda como obispo mártir de Alejandría. Remitiéndose a otras

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publicaciones suyas, O’Callaghan se limita a observar aquí que, al margen del valor que tenga la citada variante, el verbo diapera&w ("pasar al otro lado, llegar") no requiere el complemento e0pi\ th\n gh=n ("a tierra"), del mismo modo que el texto marcano más antiguo conocido (P45) omite en 5,21 la lectura ordinaria "a la otra orilla". Parece una explicación congruente que le libra fácilmente del primero de los dos obstáculos que le opone Vermes.


3. Y algo parecido cabe decir del segundo nudo: leer tiapera&santej por diapera&santej donde sólo se ve clara una t. Su experiencia innegable autoriza a O’Callaghan a escribir que "a un papirólogo esto no le llama la atención lo más mínimo. Es una alternancia frecuente aun en los papiros literarios y bíblicos" 12.
El mismo Elliott no se atreve a hacer demasiada fuerza en estos argumentos que admite pueden haberse devaluado en el curso de los últimos veinte años. Lo que sí encuentra inaceptable y por tanto lamentable que se enfatice con aires polémicos en este epílogo, a diferencia del valioso manual que lo precede, es que el año 68 pueda hablarse de un fragmento de Marcos en Qumrán, problema paleográfico y nada más, que hace inverosímil cualquier relectura necesaria para identificarlo con Marcos.
Aquí Elliott realmente desconcierta: ¿una re-lectura?, ¿cuál es la lectura?; implausibility?, ¿por qué?, ¿porque así se viene aceptando a priori? En realidad parece que no sólo no se ha detenido en procurar captar la fuerza tan fría como probativa de Dou, sino que causa la impresión de que no se encuentra cómodo ante un texto castellano. No contesta en concreto a ninguna de las razones aducidas ni se fija en que en la fotografía infrarroja ampliada de 7Q5 (confirmada por el análisis estéreo-microscópico) se ve claramente que la letra más problemática, la que sigue a la omega de la segunda línea, no es una I sino que de su parte derecha superior arranca el trazo central de la N. Ni citará tan sólo 7Q4, el otro texto neotestamentario de la cueva 7, tirita vertical cuya lectura resulta diáfana a la luz infrarroja, cuya fácil identificación con 1 Tim 3,16; 4, 1.3 viene a persuadir de que en Qumrán 7 había más de un fragmento del NT. Lástima que el editor no haya publicado su fotografía 13.
Por otra parte, su propuesta no trata de suscitar hipótesis absurdas, sino de devolverle a un Marcos temprano los derechos de autor, de los que tal vez se le había privado demasiado prematuramente, y dar quizá la razón aun a los autores que sitúan su redacción hacia el 45 o el 55, máximo el 63 14. No estará de más recordar aquí alguno de los textos de Papías, obispo frigio de Hierápolis (ca 65-125):

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También esto decía el Presbítero: Marcos, hecho intérprete [e9rmh-neuth/j] de Pedro, escribió exactamente, pero no con orden [ta&cei], cuanto recordaba de las cosas o pronunciadas u obradas [h2 lexqe/nta h2 praxqe/nta] por el Señor. Él, en efecto, ni oyó al Señor, ni anduvo con él, sino más tarde, como he dicho, con Pedro. Éste, según las necesidades, hacía las instrucciones, pero no intentando hacer una coordinación [su/ntacin] de los dichos [logi/wn] del Señor; así que Marcos no incurrió en defecto alguno escribiendo las cosas como se acordó... 15.


Este testimonio, confirmado por los de Justino 16, Hipólito y el prólogo antimarcionita en el siglo ii, Ireneo 17, Clemente de Alejandría 18 y la antigua tradición de considerar a Marcos como segundo evangelista ratificada por Ireneo, el Canon de Muratori, Orígenes, Epifanio y Jerónimo, inclina a situar cronológicamente su evangelio entre el de Mateo y el de Lucas, del 55 al 62 19. Según O’Flinn (l.c.) "la mayoría de los críticos se inclina en nuestros días por la opinión de que fue escrito en el período 53-63".
Pero si se descarta a rajatabla toda posibilidad de presencia de algún Marcos en Qumrán antes del 68, de los dos problemas planteados por el hallazgo de 7Q5, su datación y su paternidad, el primero en darse por resuelto sin dificultad, su redacción hacia el año 50, se convierte en el mayor obstáculo del segundo, hallándonos ante el dilema: 7Q5 o no es de los años 50 a 63 o no es de Marcos, mientras a una actitud apologética le ilusionaría la aceptación de ambos extremos. ¿Se trata en realidad de una cuestión tan secundaria como ventila Elliott la presencia de cristianos

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en Qumrán y la fecha de composición de Marcos o de una respuesta importante y nada "implausible" al origen de los evangelios?
Se hará bien, sin duda, en tomar en serio el aviso de Elliott, que se trata esencialmente de un palaeographical problem, pero esto da preci-samente más importancia a la datación temprana atribuida a la paleografía de 7Q5 antes de su identificación y a las razones aducidas por O’Callaghan en su resumen de papirología: tipo de letra, escritura sólo por una cara, etc... A fin de cuentas es sabido que una solución de un problema suele plantear otro, aquí el de una nueva revisión paleográfica. Pero ¿por qué Elliott no aduce razones en este orden, en lugar de cerrarse por principio y en bloque de una manera tan vaga? Y sobre todo, es difícil encontrar hoy día temas de estudio que sólo interesen a una disciplina. Sin negar la primacía demandada por él, un tema tan complejo está exigiendo por todos lados un estudio interdisciplinar. Este libro lo ha incoado.
Algo habrá de ceder, un poco quizá de cada lado: aceptar el hallazgo en la cueva 7 de un fragmento de Marcos o al menos de un hipotético Urmarkus y un fragmento de Pablo anterior al abandono de Qumrán. O que Marcos, que siempre aparece lleno de dinamismo, no esperó a los últimos días de Pedro para ir tomando sin orden, ora una ora otra, sus notas, que al fin hilvanaría o le ayudarían a hilvanar en su evangelio, pero que esto quizá no fuera ni tan pronto como los años cincuenta debiéndose redatar el papiro, ni tan tarde como los años setenta, pudiéndose admitir un Marcos más o menos completo en Qumrán.
En todo caso hay que felicitar y agradecer a O’Callaghan la publicación de su valioso libro, tanto en su primera parte de manual práctico de papirología, tan útil para los profanos en la materia y aun para los no tan profanos, cuanto (en mi opinión no aside sino muy en especial) por recoger tan exhaustivamente en su epílogo (que desearíamos ver valorado como lo que en realidad es, el centro de la obra) el esfuerzo de toda su vida por identificar 7Q5 y comunicarnos su creciente convicción de que se trata de Mc 6,52-53, convicción que nos lleva a quienes participamos de ella a unir nuestra voz a la de una de las máximas autoridades en Papirología, O. Montevecchi, que ha escrito en el último número de Aegyptus: "Mi sembra che sarebbe ormai tempo di inserire 7Q5 nella lista ufficiale dei papiri del N.T." 20.


Dr. Ramón Puig MASSANA
Vía Augusta, 390, IQS
08017 Barcelona (ESPAÑA)



© 1996 Filología Neotestamentaria



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NOTES

1 Publicada en Bíblica 56, 1975, 74-93; con un complemento "Los LXX en los papiros", Studia Papyrologica 14, 1975, 11-15.

2 Cf. J. A. O’Flinn, en Verbum Dei III, 725d, ed. Herder, Barcelona 1957.

3 Ed. B. Mayer, Regensburg 1992.

4 Ed. Otto Betz & Riesner, London 1994.

5 Sidney 1989.

6 En New Testament Textual Research Update 2 [1994] 94-98.

7 Cambridge/New York 1989.

8 Rupert Riedl: Die Strategie der Genesis (Piper, München/Z 1976) 53s.

9 52OU GAR
SUNHKAN EPI TOIS ARTOIS,
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MENH. 53KAI TIAPERASANTES [EPI THN GHN]
HLQON EIS GENNHSARET KAI
PROSWRMISQHSAN. 54KAI ECEL
QONTWN AUTWN.

10 Cf. Biblica 75, 1994, 395.

11 En árabe qopt/qipt (del griego [Ai0]gu/ptioj = egipcio; H. Haarmann, Universal Geschichte der Schrift, Campus Frankfurt/M 1990).

12 Cf. Bib 54 [1973] 451s.

13 7Q4 = 1Tim 3,16; 4,1.3. Cf. Los primeros testimonios, pp. 139s.

14 A. Robert-A. Feuillet, Introducción a la Biblia II, 273, Herder B. 1970.

15 Eusebio, Hist. Eccl., II 39, 15; cf. II 15, 1-2 y VI 14, 5-7.

16 Ca. 150; Dial. cum Tryph., 106.

17 Ca. 180; Adv. Haer. III, 1, 1.

18 Las mentes de los que escuchaban a Pedro fueron iluminadas por un rayo de piedad tan grande, que no juzgaron suficiente contentarse con un solo discurso ni con una sola instrucción no escrita acerca del anuncio divino, de modo que con exhortaciones de todo género insistieron con Marcos, que era seguidor de Pedro, para que dejara también por escrito una memoria (u9po&mnhma) de las instrucciones transmitidas de viva voz y no cesaron hasta que esto se realizó. De este modo fueron ellos la causa de que se escribiese el llamado evangelio según Marcos. Habiendo después sabido lo sucedido, el apóstol (Pedro)... autorizó este escrito para la lectura en las reuniones (Hypotyposis VI, cf. ad I Petri, 5, 14).

19 Cf. p. ej. G. Ricciotti, Vida de Jesucrito, Barcelona, L. Miracle 1978, nº 127-131. Otras obras, en cambio, de consulta manual, como p. ej. Die Bibel und ihre Welt (II, art. Markusevangelium; ed. G. Lübbe V. 1969 [La Biblia y su mundo], el Dizionario Teologico Enciclopedico (Ed. Piemme 1993; Diccionario Teológico Enciclopédico, ed. Verbo Divino 1995) o el Nuevo Diccionario Bíblico editado por E. Douglas y N. Hillyer (Barcelona, BA, DG, 1982; 1991), valorando demasiado literalmente el "después del éxodo" de Pedro y Pablo aludido por Ireneo, sin atender a que él mismo dice que fue escrito mientras estos apóstoles "se encontraban predicando el evangelio en Roma y fundando la iglesia allí" (¿durante el cautiverio de Pablo, 61-63, antes del evangelio de Lucas?) lo sitúan entre la muerte de Pedro (65) y la caída de Jerusalén (70), lo cual dificultaría ciertamente la existencia de Marcos en Qumrán antes del año 50, pero no antes de su destrucción el año 68. No podemos olvidar, además, que ni Ireneo de Lión, ni los demás arriba citados, por valioso que sea su testimonio, son testigos presenciales de primera instancia.

20 Aegyptus 74 (1994) 207.

venerdì 4 gennaio 2008

ESCANDALO POR FOTOS DE SEXUALES DE JESUS

Escándalo por fotos de sexuales de Jesús en España

Ayer el Partido Popular de España, denunció la publicación por parte de la Junta de Extremadura de unas fotografías de J.A.M. Montoya, reconocido artista extremeño que se caracteriza por realizar fotografías donde el desnudo, el sexo, y el erotismo son una característica fundamental de su obra. Lo cierto es que las fotografías denunciadas son representaciones graficas de figuras cristianas, donde aparecen imágenes de Jesús crucificado con una erección, el ángel Gabriel en la misma situación de excitación frente a la virgen Maria desnuda, insinuaciones de actitudes pedofilicas por parte de Cristo, Jesús masturbándose, San Juan de la Cruz haciendo un cunnilingus a una monja, un San Roque zoófilo y una Isabel y una María lesbianas.

Esta denuncia del PP, llevo al presidente extremeño, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, a pedir disculpas "a todo aquel ciudadano que haya podido sentirse dolido o molesto"....
En su escrito, Ibarra explica: que no se pagó con dinero público la exposición y el trabajo fotográfico, sino el catálogo de dicha exposición (…) Rodríguez señalo:"Error del que sigo responsabilizándome, y de igual modo que me disculpé ante la jerarquía de la Iglesia Católica extremeña, disculpas que aceptaron y ratifican en el día de hoy, me disculpo igualmente ante todo aquel ciudadano que haya podido sentirse dolido o molesto por aquel error de 2003". (EFE).

En este sentido me gustaría dejar algunas opiniones al respecto:

El partido popular hizo esta denuncia sin aclarar que la publicación corresponde al año 2003, en fechas cercanas a las elecciones de la Alcaldía de Badajoz. Esto en mi lenguaje se llama simple y llanamente campaña sucia y manipulación electoral. Y el hecho de que denuncie algo que puede ser cierto, no les exime de esta sospecha.

El Sr. JAM Montoya podrá ser un artista muy respetable, y en verdad hay fotografías artísticamente interesantes que pueden verse en su pagina Web (No me atrevo a calificar mas su obra, pues soy un desconocedor de la materia), otras simplemente no me gustan. Pero las fotos que vi sobre representaciones cristianes y que fueron expuestas en una Iglesia por cierto en el 2003, son una simple provocación que buscaba crear polémica con fines comerciales. Así de simple y de capitalista.

Las disculpas del presidente extremeño, manifestadas en el año 2003 y reiteradas hoy, de algo que reconoce como un error, me crean la suspicacia del arrepentimiento oportuno, aunque hay que reconocer que errores los comete cualquiera y es de sabios rectificar; por lo demás resulta muy oportuno en tiempos electorales recordarlo.

Por último está el tratamiento sarcastico e ironico que algunos medios y Blogs que se hacen llamar “Progres” han dado a la indignación de la comunidad católica en España, por las ya conocidas como pornocatolicas fotos. Muchos ven en este tipo de manifestación grafica una representación de la libertad de expresión cultural y tildan a todo aquel que opine diferente, como un fascista anclado en los viejos prejuicios de la moral religiosa. Este suele ser su argumento favorito, con el que fustigan a todos los que discrepan de sus ideas en esta materia, convirtiéndose en los mayores intolerantes en nombre de la tolerancia, aunque suene paradójico.

Quien vea esas fotos de inmediato se percata de su intención y contenido ofensivo y trasgresor, tan explicito que raya la pornografía, y la verdad es que J.A.M. Montoya tiene todo el derecho de “crearlas”, otros a admirarlas, pero nadie tiene derecho a pretender que un cristiano no se ofenda al verlas. Por cierto que opinarían los “políticamente correctos”, si estas fotografías mas que dirigidas a una trasgresión de la fe católica, lo fueran a la fé islamica? Pues que yo sepa, Jesús es un profeta de esa religión (aunque no crean en su crucifixión), el Ángel Gabriel fue el que transmitió la palabra de Dios a Mahoma, y Maria la madre de Jesús es reconocida en el Corán como Virgen. No verían entonces una muestra de intolerancia religiosa?, y hasta probablemente un signo de discriminación? estoy seguro que muchos de ellos opinarían eso. Pero como se trata del cristianismo, que mas da!.

La tolerancia solo puede existir con respeto a la diferencia, sin respeto no hay tolerancia, y en este asunto por lo que he leído en algunos periódicos y Blogs, los tolerantes en este caso se han convertido en los mayores intolerantes.

Cuándo llegará el día que Europa y España en particular, superen los complejos y traumas que les dejó el fascismo y el poder secular de la Iglesia? Creo que en pleno siglo XXI, ya es hora que los que se dicen mas progresistas dejen atrás viejos paradigmas y perjuicios.



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LIBROS DEL FOTOGRAFO J.A.M.MONTOYA-FOTOS BLASFEMAS Y GRAVEMENTE OFENSIVAS

OFENSA A LOS CATÓLICOS
Querella contra el próximo candidato a la alcaldía de Badajoz por un delito contra los sentimientos religiosos

Igualmente el libro contiene fotos como la de un Jesucristo coronado de espinas y masturbándose


Minuto Digital: 08.03.07

El Centro Jurídico Tomás Moro ha presentado una querella contra José Antonio Moreno Montoya, fotógrafo, los desconocidos responsables del Servicio de Publicaciones de la Universidad de Extremadura, y Francisco Muñoz Ramírez (el próximo candidato a la Alcaldía de Badajoz), Consejero de Cultura de la Junta de Extremadura, como autores de un DELITO CONTRA LOS SENTIMIENTOS RELIGIOSOS, tipificado en el artículo 525.1. del vigente Código Penal.

La querella se funda en que tanto la Universidad de Extremadura como la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura han publicado sendos libros del fotógrafo José Antonio Moreno Montoya en los que se contienen fotos gravemente ofensivas a los sentimientos religiosos de una inmensa mayoría de los españoles. Las fotos incluyen una Anunciación en la que la Virgen María aparece desnuda y el Arcángel San Gabriel que le anuncia su concepción aparece igualmente desnudo con su falo erecto.

Igualmente el libro contiene fotos como la de un Jesucristo coronado de espinas y masturbándose.

El contenido de estos libros es delictivo, por cuanto el artículo 525.1 del Código Pernal, establece que “incurrirán en la pena de multa de ocho a doce meses los que, para ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente, de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes los profesan o practican”.

Según el Presidente del Centro Jurídico Tomás Moro, «los autores y responsables de ese libro parecen olvidar que tal artículo parecen olvidar que este artículo protege la dignidad humana, ya que la Religión es una parte constitutiva del hombre, es "esencial de la persona, y como tal garantizado por la Constitución Española" (Sentencia del Tribunal Supremo de 8 de abril de 1981). Por eso, precisamente la Convención Europea para la Salvaguarda de los Derechos del Hombre y las Libertades Fundamentales firmada en Roma el 4 de noviembre de 1950, y el Pacto de Derechos Civiles y Políticos de 19 de Diciembre de 1966 permite establecer restricciones a la libertad de expresión en este extremo. Los responsables de estos libros demuestran una intolerancia que creíamos desaparecida y que trajo a Europa, entre los años 1939-1945 las mayores desgracias de las que tenemos memoria».